(Castropol, Casino Teatro, 8 de agosto de 2014)
Presidente de la Fundación Ría del Eo, presidente de la Sociedad Asturgalaica de amigos del país, señoras y señores, buenas tardes.
Quiero expresar en primer lugar mi agradecimiento a estas dos instituciones, la Fundación Ría del Eo y la Sociedad Asturgalaica de amigos del país, porsu amabilidad al invitarme a compartir con ustedes esta jornada y por la confianza que han depositado en mí al hacerlo.Les agradezco también muy sinceramente a todos ustedes su asistencia a este acto, que como siempre que he tenido la oportunidad de tratar sobre Gonzalo Méndez de Cancio supone para mí una ocasión muy especial.
Con Gonzalo Méndez de Cancio –nuestro protagonista de hoy- me unen muy fuertes y singulares vínculos.Y no solamente los de la sangre, Gonzalo es antepasado mío, exactamente mi decimosegundo abuelo por línea recta de varón. Pero mi estrecha relación con él se fundamenta en mucho más que eso. Gonzalo nació y murió en la Casa de Casariego,la misma casa que todavía hoy sigue perteneciendo a mi padre y que desde 1549 ha cobijadode momentoa 16 generaciones por línea recta de varón de mi familia, incluyendo ya a mis hijos, que se dice pronto.
Cuatro siglos después, por tanto, comparto con Gonzalo Méndez de Cancio el maravilloso escenario que es la Casa de Casariego, donde todavía se conservan algunos objetos suyos, como su mesa de palo de indias –así descrita en el inventario de bienes hecho a su muerte-o la famosa arca del maíz, de la que luego hablaré.Y por si fuera poco, desde hace más de treinta años trabajo con regularidad elarchivo personal de Gonzalo, integrado en el Archivo de la Casa de Casariego, con numerosos documentos sobre los más variados aspectos de su fascinante vida. Y les puedo asegurar que gracias alfrecuente estudiode esa documentación he llegado a establecercon Gonzalo Méndez de Cancio una singular, estrecha e inefable relación.
Con Gonzalo, si me permiten, me ocurre lo que a Montaigne con los clásicos:“no dejo de abrazar y de cultivar su memoria, amistad y sociedad, con una plena y vivísima unión”.
Hoy, además, voy a hablaren Castropol sobre un castropolense. Un castropolense de Casariego, lugar perteneciente en tiempos de Gonzalo a Castropol y ahora integrado en el concejo de Tapia de Casariego. Castropolense, pues, y también tapiego, que una cosa no quita la otra.
Por todo esto, señoras y señores, y por muchas otras razones íntimas que me reservo, espero que comprendan que esta ocasiónes realmente especialpara mí y que hablarles sobre Gonzalo Méndez de Cancio,como siempre que lo hago, entraña para mí una gran responsabilidad.
Con razón se quejaba en 2007 Pablo Pérez-Mallaína, catedrático de Historia de la Universidad de Sevilla, en su trabajoGenerales y almirantes de la Carrera de Indias. Una investigación pendiente, del calamitoso estado de olvido en el que la historiografía española tiene a sus más ilustres marinos. Situación que resulta tanto más llamativa si se compara con la atención que otros países de nuestro entorno han dedicado y dedican a sus comandantes navales.
“No me cabe la menor duda –dice Pérez-Mallaína- de que si Larraspuru o Cadereyta hubieran sido ingleses, hoy existirían varias monografías sobre sus vidas y obras y es posible que tuvieran incluso la categoría de verdaderos héroes nacionales”.
Pero lo cierto es que en España no contamos con estudios modernos que presenten una adecuada valoración de conjunto de nuestros marinos de la Carrera de Indias. Y en lo que a figuras concretas se refiere el panorama tampoco es mucho mejor.
Realmente el único marino eminentemente indiano que ha despertado algún interés por parte de la historiografía es el asturiano Pedro Menéndez de Avilés.Fuera de él, el panorama del conocimiento de los marinos asturianos en la Carrera de Indias es realmente desolador, por más que desde sus inicios, hasta el final del sistema de Flotas en 1740, fueron numerosos los asturianos que ocuparon los principales puestos de mando: generales y almirantes de las armadas y flotas de la ruta indiana. Y muy especialmente en el periodo dorado del imperio español, durante los reinados de Carlos I y Felipe II, cuando siguiendo la estela de Pedro Menéndez de Avilés varios miembros de su linaje destacan también en la Carrera de Indias (Juan y BartoloméMenéndez de Avilés) o los también avilesinos de la familia de los Alas(Martín, Esteban y Gregorio), los Valdés(Juan y Miguel) o el castropolense Sancho Pardo Osorio, entre otros ilustres marinos asturianos, poco menos, como digo, sepultados por el olvido.
En lo que se refiere a nuestro protagonista de esta tarde, el almirante Gonzalo Méndez de Cancio, la situación sobre el conocimiento de su figura se podría decir que se mueve entre un extremo y el otro, aunque ciertamente más cercano al peor de los escenarios.Un conocimiento escaso y fragmentario, creado a golpe de pequeñas monografías que tratan sobre algún aspectoconcreto de su vida, dispersas en el espacio y en el tiempo, y la mayoría de ellas en publicaciones de escasa tirada o difusión.
Se ocupó por primera vez sobre Gonzalo Méndez de Cancio el historiador gallego Fermín Bouza Brey, quien a mediados del siglo pasado publicó en los números XVI y XVII del boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos dos pequeñas monografías sobre Gonzalo tituladas: Introducción del cultivo del maíz en Asturias en el siglo XVII y El Almirante D. Gonzalo Méndez de Cancio, Gobernador y Capitán General de La Florida,trabajo este último en el que ofrecía un primer y tenue bosquejo sobre su biografía.Trataría nuevamente Bouza Brey sobre la cuestión del maíz en su trabajoNoticias históricas sobre la introducción del cultivo del maíz en Galicia, publicado en Boletín de la Real Academia de la Historia –institución de la que él era académico correspondiente-, en el año de 1953.
No será ya hasta 1986 cuando, en su trabajo publicado por la revista Hidalguía con el títuloDesconsuelos de un ilustre marino asturiano del siglo XVI, el abogado cubano afincado en Estados Unidos Leopoldo Cancio y Rodríguez-Capote trate nuevamente sobre Gonzalo Méndez de Cancio.
Y ya en este siglo, si me permiten citarlos, mis dos pequeños trabajos sobre Gonzalo. El primero de ellos con el título La antigua iglesia parroquial de San Esteban y su capilla mayor, en la obraHistoria de Tapia a través de sus calles, publicada por Ediciones Nobel en 2001, artículo en el que trato sobre esta capilla, mandada construir por Gonzalo en el año de 1611 y en la que él está sepultado. Y el artículo Gonzalo Méndez de Cancio: un almirante asturiano en el ocaso de Francis Drake, publicado en 2004 en la revista Campo del Tablado, de la Sociedad asturgalaica de amigos del país, en el que trato sobre el ataque de Drake y Hawkins a Puerto Rico en noviembre de 1595,sucesosobre el que hay abundante documentaciónen el Archivo General de Indias, además de la que se conserva en el Archivo de la Casa de Casariego, fondos que conviene trabajar para conocer la realidad de estos hechos de una manera objetiva y no solo a través de sus interpretaciones literarias, tan en boga en los últimos tiempos.
Es conveniente destacar también los trabajos que ya ha merecido Gonzalo en los Estados Unidos, en ese esfuerzo que están haciendo los americanos por hacer propia nuestra historia dentro de los actuales quicios de sus fronteras, esfuerzo muy legítimo, por otra parte, y abonado por nuestra propia pasividad.El primer trabajo americano de un cierto fuste sobre Gonzalo Méndez de Cancio es el redactado por Charles Arnade con el título Florida on trial, publicado por la Universidad de Miami en 1959, en el que trata por extenso del proceso que por orden de la corona se siguió en el año de 1602 en San Agustín para dilucidar la conveniencia o no de abandonar esa colonia y en el que Gonzalo como gobernador y principal actor tuvo un papel relevante.Y recientemente destaca el trabajo publicado en 2011 por Michael Francis Murder and martyrdom in spanish Florida, en el que este notable hispanista americano trata sobre la revuelta de los indios de Guale en el actual territorio del estado de Georgia, al norte de Florida, en el año de 1597, y que fue sofocada militarmente por Gonzalo Méndez de Cancio.
Y realmente poco más hay. Nada más que algún que otro refrito de las obras que he citado, lo que realmente sorprende, habida cuenta de la biografía de Gonzalo,especialmente intensa para la época en la que fue vivida y soportadapor ingente cantidad de documentación.
Existe información sobre Gonzalo Méndez de Cancio en diversos archivos públicos, principalmente en Sevilla, en el Archivo General de Indias –que constituye la base del trabajo que hoy les voy a exponer-, pero también he localizado documentación relativa a Gonzalo en el Archivo de Simancas, en el Archivo Histórico Nacional, en el Archivo del Museo Naval y, sin salir de Asturias, en el Archivo Histórico Diocesano de Oviedo o, muy cerca de aquí, en el Archivo Municipal de Vegadeo. Documentación a la que habría que añadir la que se conserva en el Archivo de la Casa de Casariego, con numerosos documentos relativos tanto a su vida pública-carrera militar y gobierno de Florida-, como a su vida privada -capitulaciones matrimoniales, correspondencia, compraventa de fincas, pleitos, foros, fundación de obras pías, capellanías, inventarios de bienes, testamentos, codicilos, certificación de armas, etc.-
A través de toda esa documentación se podría reconstruir una completísima biografía de Gonzalo Méndez de Cancio, trabajo, en mi opinión, imprescindible para la Historia de Asturias,que está aún por abordar y que ojalá vea próximamente la luzcon ocasión del cuarto centenario de su muerte, que tendrá lugar en el año de 2022.Hoy, si les parece, para contextualizar someramente la historia que iremos siguiendo, voy a ofrecerles una pequeña semblanza biográfica de Gonzalo Méndez de Cancio.
Gonzalo nació en la Casa de Casariego, en la feligresía de San Esteban de Tapia, en el año de 1551.Fue el hijo primogénito de Diego de Cancio Donlebún, señor de la Casa de Casariego, y de su legítima mujer María Méndez de San Julián, fundadores del mayorazgo de su Casa en 1582.A la temprana edad de 17 años inició su brillante trayectoria militar de la mano de su primo tercero el general Sancho Pardo Osorio, señor de la Casa de Donlebún, en la feligresía de San Esteban de Barres, también en Castropol, a cuya compañía se incorporó en la Armada Real a cargo del Adelantado Pedro Menéndez de Avilés. En 1586 contrajo matrimonio en Mondoñedo con Magdalena de Luaces Estoa y Miranda, hija de Luis de Luaces y Labrada, regidor perpetuo de Mondoñedo y señor jurisdiccional de Abadín y de Lagoa de Montes de Meda.
En febrero de 1592 es ascendido a capitán de infantería y en agosto de 1595 es nombrado almirante por el rey Felipe II, protagonizando en el mes de noviembre de ese mismo año un extraordinario hecho de armas, al que luego, en el momento oportuno, aludiré.En marzo de 1596 es nombrado por Felipe II gobernador y capitán general de las provincias de La Florida –fue el sexto gobernador de Florida-,de cuyo destino regresaría a España, como veremos, en el año de 1604.
Su trayectoria militar ofrece tintes realmente novelescos. Cruzó el Atlántico en más de 10 ocasiones; naufragando con barcos propios en dos de ellas: la primera en el año de 1584 a la entrada de la ciudad de Nombre de Dios, en Panamá, con la nao denominada Nuestra Señora de La Encontrela, advocación de la capilla de su Casa de Casariego, y la segunda en la Isla de Madeira en el año de 1593 con la nave denominada Apóstol Santiago, advocación de la iglesia parroquial de la capital de su concejo, Castropol, iglesia en la que está enterrado su abuelo paterno Gonzalo y nave, por cierto, financiada por su padre Diego de Cancio Donlebún y por Pedro Núñez Sanjurjo de Montenegro, señor de la Casa de Lantoira y de la Casa del Campo de Castropol o Casa de Montenegro y hoy también llamada del marqués de Santa Cruz de Marcenado, en este mismo parque en el que nos encontramos.
Luchó y venció a corsarios franceses e ingleses, capturando en ambas ocasiones a numerosos prisioneros. Salvó un importante tesoro de la corona española del acoso de corsarios ingleses frente a las costas de Portugal. Luchó contra los indios salvajes en el norte de Florida y tuvo tiempo, además, para ser Gobernador de Florida, Alcalde Mayor de Castropol–lo era en 1615- y para liderar en 1580 la redención del señorío episcopal de la mitra ovetense de varias parroquias del occidente asturiano.
A su vuelta de Florida se asentó ya de forma definitiva en Asturias, en su Casa de Casariego, donde falleció el 31 de marzo de 1622, siendo enterrado, como les he dicho, en su capilla de san Esteban de Tapia –que todavía está en pie-, mandada construir por él en el año de 1611.
Entre toda su intensa y extensa biografía-Gonzalo murió a los 71 años, una edad muy avanzada para su época- destacan sobremanera tres hechos, cada uno de los cuales por sí mismo le hace merecedor de unmejor lugar en la Historia del que ahora ocupa. Me refiero a su intervención en la defensa de Puerto Rico en 1595, ante el ataque a esta plaza española por el corsario inglés sir Francis Drake y, pionero a ambos lados del Atlántico -notable cuestión que he querido resaltar en el título de mi ponencia-, la construcción en La Florida de los dos primeros hospitales de los que hay constancia en el actual territorio de los Estados Unidos yla introducción en el noroeste de España –Asturias y Galicia- del cultivo del maíz.Y a estas tres cuestiones voy a dedicar ya el resto de mi intervención, especialmente al maíz.Porque es precisamente por este asunto, por la introducción del cultivo del maíz en nuestra región a principios del siglo XVII, por lo que Gonzalo Méndez de Cancio es más conocido,al menos aquí en Asturias.
Y es realmente este un asunto tan manido como poco conocido en profundidad y sobre el que quiero hoy darle forma a una idea que desde hace tiempo me ha venido llamando poderosamente la atención. Y es que se ha hablado mucho, especialmente en los últimos 20 años,sobre el maíz de Gonzalo Méndez de Cancio; pero se ha hablado muy poco, casi nada, sobre Gonzalo Méndez de Cancio y el maíz. Es decir, sobre la relación que Gonzalo mantuvo en vida con este nuevo cereal americano.
Sobre este enfoque de la cuestión que les planteo solamente había tratado hasta ahora Fermín Bouza Brey, en sus referidos trabajos de los años 1952 y 1953. Fermín era buen amigo de mi abuelo, quien le facilitó para su trabajo el acceso al Archivo de la Casa de Casariego.Sin embargo, por la razón que fuere, Bouza Brey no apuró todas las posibilidades que para su estudio le ofrecía ese fondo documental,mostrandoen su artículo, por tanto, nada más que un pálido bosquejo del estrecho vínculo que hubo entre Gonzalo Méndez de Cancio y el maíz.
En todo caso, una nueva revisión de la cuestión del maíz, después de que Bouza Brey la tratase hace más de 60 años, se estaba haciendo ya necesaria,explorando con mayor intensidad el Archivo de la Casa de Casariego y buscando información en nuevas fuentes documentales.Mi intervención de esta tarde, por tanto, pretende ser eso: una primera aproximación a esa actualización necesaria de la relación entre Gonzalo Méndez de Cancio y el maíz. No tiene otro alcance.
Para mi tarea, además de expurgar minuciosamente el archivo personal de Gonzalo, he acudido al Archivo General de Indias, que es donde realmente se puede encontrar la sustancia de la idea que les he planteado para mi intervención y les anticipo que los resultados son realmente sorprendentes.En la sección de la Audiencia de Santo Domingo del Archivo General de Indias se custodian 12 documentos transcendentales para la historia de La Florida de finales del s.XVI y comienzos del s. XVII. Son las cartas que sobre el gobierno de La Florida envió Gonzalo a la corona. La primera de ellas que se conserva está fechada el 23 de febrero de 1598 y la última el 19 de marzo de 1605 (cuando Gonzalo ya no era gobernador de Florida,de hecho, está redactada ya en España, como luego comentaré).
Las doce cartas – las llamo así porque así están catalogadas en el Archivo de Indias- son en realidad extensos informes. En total 576 páginas en las que con todo lujo de detalles se narran desde los aspectos más transcendentes del gobierno de Florida, hasta nimios detalles de la vida cotidiana de esa extensa región perimetral del más grande imperio hasta ahora conocido.Exponiendo todos esos pormenoresGonzalo cumplía con un mandato regio, según manifiesta en uno de estos escritos:“me manda vuestra majestad –dice Gonzalo– no deje por prolijidad de escribir todas las particularidades de lo que se ofreciere en estas provincias, lo cual haré y continuaré como vuestra majestad me lo manda”.
Y realmente lo hizo a conciencia.En estos informes no solo escribe Gonzalo, aunque la mayor parte de sus páginas yla verdad es que las más jugosas son las suyas. Acompañan también a sus cartas a la corona otros escritos de personajes relevantes de la vida de San Agustín; como por ejemplo: el guardián del monasterio de San Francisco, el párroco de la ciudad, el irlandés Ricardo Artar, el contador del rey Pedro Redondo y Villegas –a cuyo informe luego aludiré-, o los informes de diversos oficiales de la administración de la provincia. Toda esta correspondencia, si me permiten la expresión, huele a maíz. Mi sorpresa al expurgarla ha sido que las cuestiones relativas a la agricultura, a su impulso y mejora en La Florida, a la preocupación por las cosechas, la profesionalización de los mercados, la definición de las medidas, los tributos en grano, su molienda, etc., ocupan en ella un lugar destacado y, por supuesto, hablar de estas cuestiones en La Florida de finales del XVI y comienzos del XVII supone inevitablemente hablar del maíz.Este fondo documental permite conocer en detalle, por fin, cuál fue en vida de Gonzalo su auténtica y estrecha relación con el maíz. Y de esa relación, como ustedes mismos van a poder apreciar, se van a desprenderde forma evidente las motivaciones que tuvo para traer a Asturiasdesde La Florida las semillas de este cereal y extender aquí su cultivo.
El primer eco del que se tiene noticiasobre el inicio del cultivo del maíz en Asturias nos lo proporciona el erudito padre Luis Alfonso de Carvallo en su magna obra Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias, manuscrita en 1613, pero publicada por primera vez en 1695.En esta obra se puede leer: “y en nuestros tiempos se ha comenzado la agricultura del maíz, que es el pan ordinario y común de las Indias, y lo produce esta tierra con grandísima pujanza”.
Nótese que en este trabajo, como enuncia su título, el autor, pretendía dejar noticia ad perpetuamrei memoriam de las cuestiones de auténtica trascendencia para la historia del Principado de Asturias y señala entre ellas como un hecho relevante la aparición del maíz en nuestra región, en los términos que les he leído.Y es que el asunto no era para menos.La introducción del maíz en Asturias a principios del s. XVII supuso una auténtica revolución en todo el Principado, gigantesca y silenciosa. Incluso se podría decir que ningún otro fenómeno posterior ha dejado tan honda huella en la idiosincrasia de nuestra región como lo ha hecho este cereal.Pues a diferencia de lo que sucedió con otros episodios trascendentales para Asturias, como por ejemplo la revolución industrial y la paralela apertura de las minas de carbón, el efecto del maíz fue global y se integró rápidamente –si me permiten la expresión–en el ADN de toda Asturias; cambiando ya para siempre su etnografía, gastronomía, paisaje, folklore, economía e incluso su sociedad.
Ningún otro producto ha hecho tanto bien por nuestra región en los últimos 400 años como el maíz, pues ningún otro producto ha entregado tan generosamente sus favores a toda la sociedad asturiana en su conjunto como lo ha hecho este cereal.Ningún otro producto agrícola ha tenido tanta transcendencia para Asturias; ninguno. Ni siquierala patata -también americana pero de introducción posterior-, que si bienes cierto que quitó mucha hambre en nuestra región, no llegó nunca a impregnar la cultura asturiana de tan ricos y variados matices como lo ha hecho el maíz.Ni la manzana, que si bien puede competir incluso ventajosamente con el maíz en lo que se refiere a dotar de personalidad propia y reconocible a nuestra cultura, sin embargo no ha tenido la importancia social como mitigadora de hambre que ha tenido el maíz, ni mucho menos su impacto económico.El maíz quitó el hambre a las clases menos favorecidas al adaptarse de forma muy favorable a nuestra climatología,con un rendimiento muy superior al de los cereales autóctonos anteriores a su llegada.
Una idea de la rápida difusión del maíz –prueba inequívoca del alto aprecio que se hizo en nuestra región de este cereal– lo proporcionan los siguientes datos, recopilados en 1995 por la profesoranaviegaMaría Antonia Fernández Ochoa en su obra Luarca y la Tierra de Valdés:
– Entre 1564 y 1599 el trigo y la escanda suponían el 28,7 % del total de la producción agrícola del concejo y el centeno, mijo y panizo el 44,7 %. Por supuesto, el maíz todavía no había aparecido en escena.
– Entre 1610 y 1619 el maíz ya suponíael 9,2 %de la producción agrícola de Luarca.
– Entre 1620 y 1649 el maíz alcanza el 32 % y entre 1670 y 1699 el 66,4 %.
– Pero todavía el maíz habría de crecer más. Entre 1750 y 1770 llega a suponer el 77,8 % de la producción total del concejo.
Estos datos ilustran perfectamente la idea de la importancia y preeminencia que alcanzó este cereal como base de la economía y alimentación de la sociedad asturiana.
Pero hubo más, mucho más.Satisfechas las necesidades básicas de alimentación de hombres y bestias –que no fue poco-, el efecto beneficioso del maíz sobre la sociedad asturiana del Antiguo Régimen no se detuvo ahí. En una economía fundamentalmente agraria como era la asturiana en aquella época, su superior rendimiento permitió por primera vez a los grandes terratenientes la generación de rentas excedentes.Con ellas en primer lugar mejoraron sus haciendas. Hasta el punto de que se puede afirmar que los grandes palacios rurales asturianos –los que hoy se caen a pedazos, cuando no han acabado convertidos en negocios de turismo rural,pero eso es otra historia- son hijos del maíz. Pero, además, esas rentas excedentes generaron ocios bien encauzados en algunos sectores de la nobleza, que impulsaron la cultura asturiana y fueron el germen del notable movimiento ilustrado que fructificó en el Principado de Asturias en las postrimerías del Antiguo Régimen.
¿Qué origen tiene todo esto? ¿Cómo, cuándo y por qué llegó el cultivo del maíz a Asturias?Para ir encontrando respuestas a estas preguntas, vamos a comenzar fijando nuestra atención en el alavés Domingo Martínez de Avendaño, quinto gobernador de La Florida entre 1594 y 1595.
El 24 de noviembre de 1595,a suregresoa San Agustín de una expedición al norte, al peligroso territorio de Guale –en el actual estado de Georgia–,para el establecimiento de una nueva misión franciscana,se sintió repentinamente enfermo,falleciendo a las pocas horas; con lo que quedabavacante el gobierno de La Florida…
Dos días antes de esto, el 22 de noviembre de 1595, no muy lejos de allí, una imponente flota inglesa comandada por Francis Drake y John Hawkins atacaba la isla de Puerto Rico, ataque que fue rechazado por los españoles, retirándose vencidos los ingleses el 25 de noviembre.Como es sabido,el almirante Gonzalo Méndez de Cancio desempeñó un papel transcendental en estos hechos, los más notables de su brillante carrera militar.Ni siquiera someramente me puedo extender hoy sobre ello. Baste decir que gracias a Gonzalo se puso sobre aviso a la plaza de Puerto Rico del inminente ataque y que durante el mismo Gonzalo tuvobajo su mando toda la artillería de la isla, protagonizando el famoso disparo que terminó con la vida del mítico corsario John Hawkins.
Ambas noticias,la muerte de Avendaño y la gesta de Puerto Rico,llegaron simultáneamente a España. La victoria de Puerto Rico causó un gran impacto en la España de la época, ávida de triunfos que hicieran olvidar el desastre de la Armada Invencible, que todavía escocía en el orgullo patrio. De esta gesta se hizo entonces eco el mismísimoLope de Vega, que la cantó en su famoso poemaLa Dragontea, obra de la que no me resisto a leerles los siguientes versos:
Cenando estaba un anglo caballero
Que de teniente al general servía,
Vio la luz desde el puerto un artillero,
Y a la mesa inclinó la puntería:
La vela, el blanco, el norte y el lucero
De aquella noche a su postrero día
La bala acierta de tal suerte,
Que quince y él cenaron con la muerte.
El teniente en cuestión era Brute Brown, el asistente personal de Drake. Y entre los numerosos comensales que acompañaron esa nochea la muerte estaba también, como digo,sir John Hawkins.Se sabe que Drake se encontraba también en la misma sala y que resultó milagrosamente ileso,aunque ya fallecería poco después de muerte natural frente a las costas de Panamá.Esto puso en boca de los españoles a un brillante militar, joven todavía: el almirante Gonzalo Méndez de Cancio.
Como ustedes saben, Felipe II siempre manejó de manera personal los hilos de su imperio, eligiendo concienzudamente a las personas que consideraba más capaces para garantizar la estabilidad de sus vastos territorios. Y en esta ocasión tenía simultáneamente en sus manos el problema y la solución:la vacante en el gobierno de La Florida y el hombre adecuado para cubrirla, el almirante Gonzalo Méndez de Cancio.Por si fuera poco, Gonzaloera asturiano, lo que para el puesto de que se trataba era un valor añadido, habida cuenta de la numerosa colonia asturiana que se había establecido en Florida a la sombra de Pedro Menéndez de Avilés y su clan.
Felipe II no se lo piensa dos vecesy el 22 de marzo de 1596 nombra como nuevo gobernador y capitán general de las provincias de La Florida al almirante Gonzalo Méndez de Cancio.Con este nombramiento comenzaba la aventura del maíz…
Presto como siempre estuvo para el servicio de la corona, Gonzalo se dispusode manera inmediata a pasar nuevamente a América. No habían pasado todavía dos meses desde su nombramiento cuando el 15 de mayo de 1596Gonzalo exhibeante la poderosa Casa de Contratación de Sevilla-que tenía el monopolio del tráfico con las américas- la real cédula que autorizaba su viaje, documento en el que se puede leer:
“Mi presidente y jueces oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla, yo os mando que al almirante Gonzalo Méndez de Cancio a quien he proveído como mi Gobernador y Capitán General de las provincias de La Florida le dejéis pasar a servir al dicho cargo llevando consigo a su mujer y que pueda llevarsus hijos, cuatro criados y cuatro mujeres de servicio…”
La orden del rey era terminante y el consiguiente asiento de la Casa de Contratación no se hace esperar. Está fechado el 2 de junio de 1596 y tiene el sabor de ofrecer una pequeña descripción literaria de los viajeros. Dice así:
“Yo, Blas de Urbieta, recibí en esta nao por pasajero a Gonzalo Méndez de Cancio natural del concejo de Castropol en Asturias y a doña Magdalena de Luaces su mujer natural de la ciudad de Mondoñedo y a Antonio su hijo natural de la dicha ciudad, que pasan a la provincia de La Florida. Dáseles licencia en virtud de cédula de su majestad. Y el dicho Gonzalo Méndez de Cancio será de edad de cuarenta y dos años de buen cuerpo y gruesoy doña Magdalena será de edad de treinta y tres años, de buen cuerpo y los ojos grandes, y Antonio de nueve años”.
Por fin, el viaje a Floridase inicia desde Sevilla el 23 de septiembre de 1596. Se sabe que Gonzalo Méndez de Cancio llegó a Cuba a finales de noviembre de ese mismo año. Sin embargo, no será hasta junio del año siguiente cuando llegue a San Agustín, tras dos intentos fallidos por violentas tormentas en el peligroso canal de la Bahama. Gonzalo desembarcó en San Agustín de La Florida el 2 de junio de 1597, ¡ocho meses después de haber abandonado Sevilla y justo un año después de recibir el pasaporte de la Casa de Contratación!
El mismo día de su llegada tiene lugar el ceremonial de su toma de posesión del cargo, según el curioso ritual de la época, del que hay constancia en el Archivo de la Casa de Casariego:
“En la ciudad de San Agustín, provincia de La Florida, a dos días del mes de junio de 1597 años, ante los jueces oficiales reales de estas provincias, Bartolomé de Argüelles, contador; Pedro Menéndez Marqués, tesorero; el capitán Alonso de las Alas, factor y veedor a cuyo cargo estaba al presente el gobierno de estas provincias, se presentó el almirante Gonzalo Méndez de Cancio con su título y provisión real y en su vista, pusieron el dicho título sobre sus cabezas en señal de acatamiento, tomáronle juramento del cargo, le dieron las llaves del fuerte y se encerró dentro de éste en señal de posesión, en presencia de testigos…”
Estos tres oficiales que durante la sede vacante producida por la muerte de Avendaño habían gobernado La Florida en una suerte de triunvirato eran también asturianos: Argüelles era natural de Oviedo y Menéndez Marqués -sobrino de Pedro Menéndez de Avilés- y Alonso de las Alas eran avilesinos. Ninguno de ellos recibió de muy buen grado la llegada del nuevo gobernador, que truncaba así las más o menos legítimas aspiraciones que albergaba cada uno de ser nombrado para el cargo, y no le crearían más que problemas.Sea como fuere, tras este ceremonial Gonzalo ya era de hecho y de derecho gobernador y capitán general de La Florida.
En su supuesta búsqueda de la fuente de la eterna juventud, que según se decía devolvía el vigor perdido a los ancianos, el 27 de marzo de 1513 Juan Ponce de León llegó a las costas de La Florida, creyendo haber arribado a una isla, una más de las centenares enclavadas en el mar del Caribe.Pero lo que finalmente llegó a considerarse el territorio de La Florida hispana en el siglo XVI comprendía los actuales estados de Florida, Georgia, Alabama, Mississippi, Carolina del Sur y partes de Luisiana y de Tejas.
Este inmenso territorio estaba poblado por numerosas tribus indias, que se podrían agrupar en tres grandes familias: los Calusa, los Muscogi y los Timucuana. Y el maíz era el alimento básico de todas ellas. De hecho en conjunto se les denominó la cultura del maíz.
Disfrutaban allí de dos cosechas al año: una en marzo y otra en junio, aunque el poco rendimiento que se obtenía de cada una de ellas obligaba a los indígenas a una existencia seminómada, desplazándose al terminarse el maíz de la anterior cosecha hacia el interior en busca de caza y frutas o hacia la costa en busca de pescado.
Testigo de excepción de la vida de los indígenas en esa época, el misionero franciscano Alonso Gregorio de Escobedo, en su obra tituladaLa Florida, escrita en 1607, nos ofrece esta singular escena sobre el modo de recolectar el maíz de una de las tribus con las que convivió:
“Al tiempo de recoger las mazorcas,un pregonero comunicaba al pueblo el deseo del cacique de autorizar la recogida del grano. Para ello se reunían todos los indios, desde el primero hasta el último, en el campo sembrado. A una voz determinada se lanzaba cada uno a coger la mayor cantidad de grano posible, ya que cuanto recogiese era para él. Otra señal parecida indicaba el fin de la operación, dada la cual se penaba con la vida al que tocase una espiga”.
Y como no podía ser de otra manera, si el maíz era entonces el alimento básico de los indios de La Florida, también lo fue allí para los españoles, quienespara el cultivo y beneficio de tan extraña planta siguieron inicialmente los mismos procedimientos que los nativos de la tierra.El resultado, por tanto, era de esperar. Aplicando los mismos principios no se iban a obtenermejores resultados: una producción insuficiente para alimentar una población cada vez mayor, que se puede estimar en aproximadamente 700 personas en el San Agustín de finales del s XVI.
Sin embargo, había una diferencia sustancial entre indios y españoles. Aquéllos estaban acostumbrados a una existencia seminómada, pero éstos tenían voluntad de permanencia estable en la ciudad de San Agustín. Así que de alguna formahabía que hacer llegar hasta allí el suplemento alimenticio necesario, que no se podía cubrir –de momento- con el maíz.
San Agustín, como otros puestos perimetrales del imperio español, no era autosuficiente y recibía periódicamente desde Méjico todo tipo de bastimentos, alimentos y dinero (el famososituado). Todo ello llegaba a San Agustín en el denominadoNavío de la Harinas, de nombre suficientemente explícito para ver de su importancia.
Esta situación de precariedad en San Agustín iba a cambiar de forma radical con la llegada de Gonzalo Méndez de Cancio.Con el certero golpe de vistaque le era propio, Gonzalo se dio cuenta enseguida del calamitoso estado en que se encontraba la agricultura de Florida y con su fuerte carácter, dotes de organización y de mando, cultivadas a lo largo de su extensa carrera militar, junto con el conocimiento que tenía de la gestión de su extenso patrimonio rústico en Asturias, Gonzalo Méndez de Cancio impulsó en Florida una auténtica Reforma Agraria, cuyo principal objetivo fue el autoabastecimiento de grano de la población de San Agustín.Actuó con decisión, como vamos a ver a continuación, sobre toda la cadena del maíz: desde su producción, pasando por su molienda y regulando incluso algunos aspectos de su consumo.Su reforma fue de tal calado que,si bien se puede afirmar que Gonzalo fue el introductor del cultivo del maíz en Asturias, no es menos cierto que fue el responsable de su impulso y modernización en La Florida, cuestión prácticamente desconocida en España y por la que Gonzalo es admirado hoy día en los Estados Unidos.
Y para ilustrar esto que les digo, me van a permitir que les lea unos párrafos de dos cartas del Departamento de Agricultura del Estado de Florida. Una copia de la primera se conserva en los archivos de la Saint Augustine Historical Society, fechada el 18 de junio de 1969 y dirigida a la Biblioteca Nacional de Madrid. En ella se puede leer:
“Estimado bibliotecario, en busca de nuevas ideas para promover la agricultura de La Florida, nuestras investigaciones nos encaminaron hacia el Gobernador Gonzalo Méndez Cancio /…/ Hemos usado la obra de Charles Arnade “Florida on Trial”. En ella hemos descubierto que el sr. Cancio fue el iniciador del entusiasmo agricultural en la América. Sus actividades cuentan con todas las etapas de la agricultura aún como se practica hoy en día: limpiar la tierra, sembrar nuevos frutos, variar la cosecha, hacer reportes sobre la cosecha, crear mercados para la venta de esos productos y problemas laborales.”
Y finaliza:
“Ahora resulta que podremos ofrecer un día en honor a Cancio para honrar a todos los que trabajan para alimentar a las personas de su comunidad o país, puesto que Cancio superó a todos en este aspecto.”
Unos meses después, el 16 de enero de 1970, el Departamento de Agricultura del Estado de Florida se dirige a mi abuelo Nicandro Cancio y García-Armero en los siguientes términos:
“Estimado señor Cancio: nosotros estamos altamente impresionados con los trabajos y pensamientos de Méndez Cancio /…/ sus proyectos para ayudar a los españoles con la agricultura son muy impresionantes. Él trabajó con diferentes aspectos de labranza y métodos los cuales hoy en día son la tecnología avanzada…”
Desgraciadamente esta carta no obtuvo respuesta, pues mi abuelo había fallecido ya dos años antes…
Retomando nuestra historia, es en la primera carta queGonzalo Méndez de Cancio dirige a la corona desde La Florida, fechada San Agustín el 23 de febrero de 1598(cuando apenas llevaba 8 meses en San Agustín, tiempo en el que además había tenido que sofocar la revuelta de los indios de Guale),en la quepone ya de manifiesto los ejes de actuación de su Reforma Agraria.Este documentoes transcendental para la historia que venimos siguiendo, tanto por lo que en él se dice como por ser, además, la primera referencia conocida de Gonzalo Méndez de Cancio al maíz.
Veamos en primer lugar qué actuaciones emprendió Gonzalo para mejorar la producción de maíz y qué efecto tuvieron estas medidas.Las tareas de cultivo en San Agustín las tenían encomendadaslos españoles a indios cristianizados y pacíficos que convivían con ellos y que seguían en materia de agricultura los mismos procedimientos de sus antepasados, de muy escaso rendimiento, como hemos visto.Así que como primera medida de cambio Gonzalo impulsa entre los vecinos y soldados de la plaza el cultivo de la tierra. En esta primera carta al rey se puede leer:
“Anímoles mucho –se refiere a los vecinos y soldados-a que siembren y rompan tierras haciéndoles la comodidad que puedo para que lo hagan, que confío en Dios que este año se ha de coger maíz para sustentar todo el año esta ciudad, que no es de poca consideración quehaya que comer en la tierra, si cosa que Dios no permita se perdiese el navío de las harinas.”
Convencido, como estaba,del resultado que habría de dar esta política,persevera en ella y la expone nuevamente al rey 6 meses después, el 8 de agosto de 1598, en términos parecidos:
“Este año he alentado y dado la calor que pude a esta tierra para que se rompiese y sembrase…”
Y nuevamente el 28 de febrero de 1600, cuando dice:
“Y continúo animando a los vecinos y soldados de este presidio a que rompan la tierra y siembren y haya grano para el sustento de ellos, como se va haciendo, porque según la mucha gente de niños que hay al presente en esta ciudad, si no hubiese cosecha para el sustento de ellos sería perecer; porque con la sola ración ordinaria que tiene el soldado no puede pasar, cuanto más el que tiene mujer e hijos.”
Finalmente este esfuerzo va dando sus frutos. El 26 de junio de 1600 –ya llevaba tres años en La Florida- Gonzalo manifiesta al rey:
“Este presidio y comarca está al presente muy abastecido y abundante de los frutos de la tierra, de maíz y otras muchas legumbres, que habiendo dado calor y ayuda a la labranza de la tierra ha sido Nuestro Señor servido de dar el año más fértil que se ha visto en estas provincias con lo cual y con los bastimentos y pertrechos que ha traído el dicho tesorero queda esta tierra muy abastecida.”
Esteimpulso proporcionadoa la agricultura de San Agustín es muy del agrado del rey, como se desprende de dos cartas que dirige a Gonzalo Méndez de Cancio, que se custodian en el Archivo de la Casa de Casariego,en las que el rey le agradece esta política.En la primera de ellas, fechada en junio de 1598, dice el rey:
“He holgado mucho de entender lo que escribís acerca de que la gente se dé a cultivar la tierra, /…/, lo cual os agradezco y encargo que lo continuéis, de manera que cultivándose y labrándose la tierra se cojan en ella los mantenimientos necesarios y no haya la falta que de ellos ha habido hasta aquí, pues éste es el principal medio por donde se ha de poblar y conservar.”
Y en la segunda, fechada en El Pardo el 14 de noviembre de 1600, se puede leer:
“Pues importa tanto que en esa tierra haya frutos para el sustento de la gente de ella, que os encargo que con muy particular cuidado procuréis que se cultive la tierra y siembren todos los frutos que se dieren en ella, animando a esto a la gente de ella como decís que lo hacéis y que de ello había resultado el cogerse este año muchos frutos, lo cual os agradezco.”
El incremento de las cosechas de maíz en San Agustín, como consecuencia del impulso dado a la agricultura por Gonzalo Méndez de Cancio, se puede cuantificar hoy día conabsoluta precisión a través de los datosque sobre la recaudación del llamadodiezmo del maíz -el tributo que se pagabasobre sus cosechas-, se conserva en el Archivo General de Indiascertificada por los oficiales de la real hacienda del reyen su informe del año 1602.De este documento se desprende que desde el año de 1587, fecha en la que comienzan los registros conocidos, ya que la ciudad había sido arrasada por Drake en 1586, hasta 1597, cuando llega Gonzalo a La Florida, la media de recaudación anual del diezmo del maíz en San Agustín fue de 45.679 maravedíes. Y la recaudación más alta antes de la llegada de Gonzalo fue la del año de 1594, en que se ingresaron en la hacienda real por este concepto 68.408 maravedíes.
Pues bien, vamos a ver lo que dice el registro de 1599, segundo año de estancia de Gonzalo en Florida, cuando ya empezaban a tener efecto sus medidas de impulso a la agricultura:
“En este dicho año, habiendo puesto en pregón los diezmos del maíz de esta ciudad y habiendo diferentes posturas en diferentes días que se pregonaron llegaron en la última postura a 4.896 reales, que hacen 166.464 maravedíes.”
Esta cantidad supone nada menos que un 364% más que la media de los 11 años anteriores a la llegada de Gonzalo y un 243% más que en el año de 1594, el año de mejor cosecha anterior a su llegada a Florida.
Pero por si estos datos objetivos no fuesen suficientemente elocuentes, escuchemos lo que dicen algunos testigos sobre su impulso a la agricultura en San Agustín.En este sentido, es de especial interés, por la relevancia de quien lo hace, el informe de 30 de junio de 1600, que envía a España el padre Pedro Redondo y Villegas, contador del rey, que como manifiesta en su escrito fue “enviado a la provincia de la Floridaa tomar las cuentas que vuestra majestad me mandó.”
En este extenso informe sobre el estado de la hacienda real en La Florida, el contador Redondo dice:
“…que la gente que hay en este presidio, que sean doscientos cincuenta soldados, es gente buena y de mucho servicio, bien disciplinada y ejercitada y que el Gobernador tiene gran cuidado de ella, y particularmente de que siembren la tierra y la cultiven y beneficien de manera que sea ayuda para su sustento, pues lo han menester por ser los más de ellos casados y que con la ración ordinaria que se les da y sueldo que tienen no podrían pasar, y han menester de tener esta granjería y sustento; de más de venir como viene de ello gran provecho y aumento a esta ciudad de San Agustín, porque como se aplican a sembrar y han de tener cabañas para ello, que es como tierras, y las procuran junto a su lugar, lo van desmontando y limpiando del gran mosquitero que solía haber y como hacen esto muchos, otros procuran lo mismo y como se ven con tierras procuran aumentar las casas y así ha ido y va en mucho aumento este lugar…”
Pero hay más testimonios que avalan la gestión de Gonzalo.El cuatro de enero de 1604, en cierta información que se seguía en San Agustín sobre el estado general de la provincia durante la gobernación de Gonzalo, el soldado Pedro de Cárdenas manifiesta que“en tiempo de dicho Gonzalo Méndez de Cancio no se sintió en este presidio hambre ni necesidad todo el tiempo que gobernó, como la había antes de que el dicho Gonzalo Méndez viniese…” Continuando,“en todo lo cual el dicho Gonzalo Méndez hizo mucho bien a esta ciudad, además del acrecentamiento de la real hacienda…”
Por su parte, el párroco de San Agustín, el sacerdote Ricardo Artar, con respecto al impulso a la agricultura que dio Gonzalo Méndez de Cancio en La Florida dice: “… e fue además causa para que los diezmos se aumentasen de suerte que hubiese con ellos lo necesario para poder hacer la iglesia de esta ciudad.”
Finalmente, en ese proceso habla también Gonzalo. Era el 4 de enero de 1604, la última fecha de la que se tiene constancia de su presencia en La Florida. Su testimonio es muy extenso: 14 hojas que se conservan en el Archivo de la Casa de Casariego, en las queGonzalo resume su gestión al frente del gobierno de La Florida y donde, por supuesto, no se olvidadel maíz. Gonzalo Méndez de Cancio era plenamente consciente de que su gestión en materia de agricultura no tenía precedentes en esa plaza y quiere dejar perfecta constancia de ello en el resumen de su trabajo. Así que declara:
“Que por ser estas provincias tan estériles y padecerse a causa de ello en este presidio de ordinario mucha hambre y necesidad, para que en mi tiempo no la hubiese di orden que se cultivase la tierra y sembrasen los soldados maíz y otras cosas y para que esto fuese en el crecimiento y estado en que ahora está, les proveía las azadas y herramientas necesarias y hacía venir de las provincias de San Pedro y Guale y otras partes mucha cantidad de indios para las cabas; y a los que no tenían con qué les pagar los jornales, ni semillas que sembrar, se lo prestaba y daba de mi casa, y mediante la diligencia y cuidado que en esto tuve, fueron de manera los frutos que en mi tiempo se cogieron que con ellos no se padeció ni sintió necesidad y estuvo el presidio más bien proveído y sustentado que jamás en estas provincias lo estuvo.”
Incluso sus más recalcitrantes detractores reconocieron los méritos de Gonzalo en materia de la agricultura. En el proceso que se siguió en San Agustín en septiembre de 1602 sobre la conveniencia o no de conservar esa plaza, magníficamente reflejado por Charles Arnade en su referida obra Florida on Trial, Bartolomé de Argüelles en su declaración“alabó al gobernador Méndez Cancio por ser el primer gobernador que sistemáticamente despejaba la tierra para sembrar maíz, judías, calabazas y otras verduras y frutas”. Por su parte, Alonso de La Alas manifestó que“desde el comienzo del gobierno de Méndez Cancio se habían conseguido bastantes adelantos en el campo de la agricultura, transformando tierra estéril alrededor del campamento en campo de cultivo.” Que no es poco decir para dos personajes que siempre se mostraron hostiles con Gonzalo y con los que tuvo serios enfrentamientos.
Una vez sentadas, como hemos visto,las bases para incrementar la producción de grano, el siguiente paso que dio Gonzalo fue introducir mejoras en su molienda, que se venía haciendo en San Agustínantes de su llegada con los primitivos métodos de los indios, mediante molinos de palo, mediante morteros.
En esa primera carta al rey de 23 de febrero de 1598Gonzalo dice:
“Asimismo después que vine he mandado hacer una ataona que ha de ser el descanso de esta ciudad, porque se padecía mucho en moler el maíz a manos y en molinos de palo y he hecho una puente de madera en un pantano que está pegado con esta ciudad, que por no haberla era forzoso pasar el agua hasta la cinta...”
Este es,ni más ni menos, elprimer molino del que hay noticia documentada en el actual territorio de los Estados Unidos. Y sobre él, en el citado informe de 20 de junio de 1602sobre el estado de la hacienda realse ofrecen muy interesantes detalles.En ese escrito, cuando se refierea las cuentas del año de 1598,se puede leer:
“En este dicho año, habiéndose fabricado y puesto por acuerdo del dicho gobernador en esta ciudad y presidio una hatahona para moler en ella maíz y que por no haber persona particular que la sustentase y se beneficiase por cuenta de su majestad,además del negro viejo que en ella asiste, de los que aquí tiene su majestad para que tengan cuenta con los caballos que sirven en ella, asiste también un soldado que entiende el dicho ministerio; el cual aunque acude con sus armas a las muestras que se hacen y a otras ocasiones efectivas del servicio de su majestad, se le reserva de la guardia ordinaria por el trabajo que en lo susodicho tiene y además de su plaza de soldado que lleva de cuenta del situado, se le dan tres ducados cada mes del dicho aprovechamiento.”
Y continúa este documento:
“… y habiéndose pagado el costo de la dicha fábrica –es decir, de la construcción del molino– y el caballo que en ella muele y el ordinario de este dicho año –el gasto corriente del servicio del molino-, quedaron 1.257 reales que valen 42.755 maravedíes, los cuales se metieron por cuenta de las dichas rentas y aprovechamientos reales en la real caja.”
Según se desprende de la información que sobre este molino se conoce, hubo de ser un curioso ingenio capaz de ser impulsado tanto por energía hidráulica como por caballerías.
Gonzalo era perfecto conocedor del valor e importancia de los molinos. Tenía varios en su hacienda en Asturias, de lo que hay constancia documental en su archivo. El llamado molino de la Encontrela, del que se conservan sus paredes junto al famoso eucaliptón de los Cancio, claro responsable de su ruina. El molino de Porcía o los molinos de Xinzo, por los que pleiteó y ganó, según consta en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, contra Sancha de Morales; entre otros.
En el examen que sobre el gobierno de Gonzalo Méndez de Cancio se hizo el 4 de enero de 1604 en San Agustín,este asunto del molino tampoco pasa desapercibido. En ese proceso, Alonso García de la Vera, escribano de gobernación de la ciudad de San Agustín, con respecto a la cuestión de la atahona testifica que antes de la llegada de Gonzalo Méndez de Cancio“… se molía el maíz en unos molinos de palo y por una arroba de molienda se daban cuatro y cinco reales y de comer a algunos soldados que molían, porque esto lo ha pagado él así muchas veces, y el dicho general Gonzalo Méndez dio traza para que se hiciese una atahona…. en que tiene aprovechamiento la real hacienda en cantidad de más de ciento cincuenta ducados cada año y se muele a dos reales el arroba de harina de maíz y a real el arroba del frangollo de maíz…”
Con la construcción de este molino, por tanto, se obtuvieron de forma inmediata en La Florida muy importantes beneficios:
– Reducción del precio de la molienda a menos de la mitad: de cuatro o cinco reales el arroba cuando se molía en molinos de palo a dos reales el arroba en la atahona.
– Mayor comodidad en la molienda, al evitarse el esfuerzo que suponía moler en esos molinos de palo.
– Para la hacienda real, además, un beneficio anual de más de 150 ducados, equivalente, prácticamente, a toda la recaudación por el diezmo del maíz antes de la llegada de Gonzalo a Florida.
En su turno de declarar en el proceso de enero de 1604 en San Agustín, Gonzalo tampoco se olvida del molino y resume con el lenguaje propio de la época estos tres beneficios:
“Porque para moler y beneficiar el maíz para hacer pan de ello y las demás cosas en que se come se padecía mucho trabajo, y daban cinco reales y de comer por cada arroba de maíz a quien se la moliese en un molino de palo en que se molía; di traza para que se hiciese como en efecto se hizo una atahona en que demás de evitarse la costa y trabajo de antes y que se muele todo lo que es menester, di de aprovechamiento a la real hacienda de su majestad más de doscientos ducados, que renta cada año la dicha atahona.”
Pero en FloridaGonzalo se preocupó también por ordenar y regular el comercio de la ciudad, estableciendo en ella un mercado público como punto de encuentro entre vendedores y consumidores para todos los productos.Lo manifiesta en ese transcendental primer escrito de 23 de febrero de 1598, en el que se puede leer:
“y asimismo después que vine hice que hubiese plaza y que todos vinieren a vender a ella, y casa para pescadería y carnicería donde hubiese peso y medida, que hasta ahora no la había.”
Este hecho, que se despacha en toda la documentación que he podido consultarcon estas tres simples líneas, es especialmente recordado hoy día en los Estados Unidos como un importante hito en defensa de los consumidores.La misma plaza a la que dio traza Gonzalo Méndez de Cancio sigue existiendo en la actualidad en San Agustín. Hoy los americanos la llaman la Public Market Place. En ella, en su centro, hay una gran placa en la que se puede leer:
“El primer mercado público fue establecido en esta plaza por el gobernador Méndez de Cancio en 1598. Aquí, por primera vez un sistema estándar de pesos y medidas fue introducido en este país para protección de los consumidores.”
Comoustedes pueden ver por lo dicho hasta aquí, en Florida se estableció entre Gonzalo y el maíz una estrecha relación, un fuerte vínculo que por supuesto no se iba a romper ya con su regreso a España, a donde como lógica secuela de su experiencia en Florida iba a traer consigo la maravillosa semilla del maíz.
Cabe preguntarse entonces, ¿cuándo se produjo esa primera cosecha de maíz en Asturias, en Casariego, en la finca denominada Riobarba? Esta finca está situada frente a la Casa de Casariego y ya entonces se denominaba así, de lo que hay constancia en el inventario de bienes de la Casa de Casariego realizado en 1588 a la muerte de Diego de Cancio Donlebún, padre de Gonzalo. Fincaa la todavía ahora seguimos llamando así y que yo tengo la especial satisfacción de ver todos los años plantada de maíz, como hoy lo está.
Se ha especulado que esa primera cosecha tuvo lugar en 1603 ytambién en 1604. Vamos a ver que es imposible que así fuese. Se ha dicho también que fue en 1605, lo que vamos a ver que es posible, pero no probable. Así que, en mi opinión, la primera siembra hay que datarla necesariamente no antes de mayo de 1606.Y para ver cómo llego a esa conclusión, si les parece, vamos a seguir a Gonzalo Méndez de Cancio en su viaje de regreso a España, con lo que conoceremos además algún dato curioso para esta historia.
El detonante del regreso a España de Gonzalo Méndez de Cancio se produce el 19 de febrero de 1603,cuando Felipe III nombra a Pedro de Ibarra como nuevo gobernador de Florida.Por supuesto, para que Gonzalo iniciase el retorno a España todavía había que esperar a que se produjese formalmente el relevo.Siete meses después de este nombramiento, en documento fechado en San Agustín el 1 de octubre de 1603, Gonzalo aún comparece como gobernador: la noticia de su sustitución aún no había llegado allí.
Como hemos visto, se sabe que todavía estaba en San Agustín en enero de 1604, última fecha de la que hay constancia de su presencia allí.No se conoce la fecha exacta de su partida de Florida, a donde ya nunca más regresaría.Sin embargo, por un documento del archivo de la Casa de Casariego, fechado en La Habana el 6 de junio de 1604, se sabe que Gonzalo y su mujer se encontrabanya entonces en Cuba, lugar de tránsito obligado en el tornaviaje a España para los barcos procedentes de Méjico y de otros lugares del Caribe.Este escritoofrece una información especialmente interesante para la historia que venimos siguiendo: el nombre del barco en el que regresó a España Gonzalo Méndez de Cancio, trayendo consigo las preciosas semillas del maíz.En el documento se puede leer:
“/…/ Gonzalo Méndez de Cancio Gobernador y Capitán General de las provincias de La Florida, que lleva en su poder la fragata nombrada Nuestra Señora del Rosario, donde va con su casa y familia, en conserva de la flota que se apresta para los reinos de Castilla, de que es capitán general Juan Pérez de Oportu.”
El nombre de este buque, Nuestra Señora del Rosario, ofrece lapista necesaria y suficiente para seguir su viaje.El asiento de llegada de esta fragata a Sevilla se custodia en los fondos de la Casa de Contratación del Archivo General de Indias y por élsabemos que Gonzalo y su familia llegaron a Españael 30 de junio de 1604, 24 días después de su salida de Cuba.Desde Sevilla, Gonzalo con su familia y séquito inicia el largo y lento viaje hacia al norte, hacia Asturias.
Sin embargo, por orden del rey ha de detenerse en Valladolid, todavía capital del imperio, para informarallí en el nuevo proceso que se venía siguiendo en la corte sobre la conveniencia o no de abandonar la ciudad de San Agustín. Su testimonio como gobernador de Florida en los últimos 6 años era importante.El 19 de marzo de 1605, Gonzalo redacta en Valladolid un extenso informe que envía al rey dándole sus opiniones sobre este particular.En este documento, que se conserva en el Archivo General de Indias, sale a relucir una vez más el maíz.Y tiene la importancia de que se trata de la última referencia que se conoce en vida de Gonzalo a este nuevo cereal, al menos de momento.Dice Gonzalo al rey:
“En conformidad de lo que vuestra majestad me manda informe cerca de desmantelar o reformar el presidio de San Agustín de La Florida o mudarlo a otro puesto, lo que cerca de ello puedo decir y dar mi parecer es lo siguiente:
/…/hay en el dicho presidio mucha tierra rompida y cultivada para labranza donde se coge mucho grano de maíz, frijol, calabaza y muchas frutas de España y legumbres con que aquel presidio se sustenta … Y si se mudase a menos altura hacia el canal de la Bahama o cabeza de los mártires, es más dificultoso, que no tiene puerto, ni barra, ni tierra en toda la dicha costa donde se pueda sembrar ningún género de grano, ni legumbre, porque es toda tierra anegadicia y arrecifes y todo el sustento ha de ser de arreo y donde esto hay será perecer de hambre, por no poder socorrerse cuando sea necesario por causa de los temporales y riesgos del mar.”
Sin duda, su reiterada oposición al desmantelamiento de la plaza de San Agustín, contraria a la opinión de poderosas voces burocráticas del entorno inmediato de la corona, decididas a abandonar esas estériles provincias, tiene mucho que ver con que hoy día siga existiendo esa ciudad en los Estados Unidos, la más antigua de su territorio y que los americanos puedan prepararse para celebrar por todo lo alto el año que viene el 450 aniversario de su fundación.
En Valladolid se pierde ya la pista de su viaje a Asturias y tampoco se sabe cuándo lo reanudó. Por lo tanto, salvo que apareciese nueva documentación que permitiese arrojar luz sobre ello, a partir de aquí ya solo cabe conjeturar cuándo se produjo esa primera siembrade maíz en Casariego.
En mi opinión, esta primera siembra, como ya les he anticipado, tuvo que tener lugar necesariamente en mayo de 1606. Y ello por las siguientes razones:
– El maíz en nuestra tierra, como ustedes saben, se siembra en mayo y se recoge a finales de septiembre o primeros de octubre, con lo que no parece posible que hubiese llegado con tiempo suficiente para plantarlo en mayo de 1605 si el 19 de marzo de 1605Gonzalo dirige un memorial al rey desde Valladolid.
– Cabría pensar que no pudo continuar inmediatamente su viaje, sino que hubo de esperar respuesta a su escrito o autorización expresa para partir.
– Y desde Valladolid a Casariego todavía quedaba un largo y lento viaje, yendoen caravana, como iba,con su mujer y personas de su casa.
– Y menos aún si como dice la tradición la siembra se produjo simultáneamente en Casariego y en las propiedades de sus parientes políticos -los Luaces- en Mondoñedo.
Considero, por todo ello, que la primera siembrahay que datarla necesariamente en mayode 1606.
Y desde esa primera cosecha de 1606, la tradición constante y cierta del maíz de Gonzalo Méndez de Cancio ha estado siempre presente en la memoria de los asturianos y de cuando en cuando, cuando ha querido,a lo largo de estos 400 años ha dejado algún rastro en papel.La primera referencia que vincula expresamente a Gonzalo Méndez de Cancio con la introducción del cultivo del maíz en Asturias es la que hace el clérigo Francisco Villaamil, hijo de la Casa de Las Nogueiras, en la aldea de Serantes, del concejo de Tapia de Casariego. Esta referencia carece de fecha cierta, pero debió de serescrita a comienzos del s. XVIII, pues sí es sabido que su autor falleció en el año de 1730.Se hizo eco de esta noticiaFermín Bouza Brey en sus referidos trabajos, en los que manifiesta que debe su conocimiento a la cortesía don Antonio López Cotarelo, quien le facilitó el estudio de un curioso manuscrito de Francisco Villaamil, en el que se puede leer:
“De Berbesa a Porcía son las Vegas de Bría. Y en estas vegas es tradición de la tierra se comenzó a sembrar primero y a darse el pan indio, que llaman maíz, que de La Florida, en Indias, trajo su gobernador Gonzalo Méndez de Cancio y aun hoy se conservan los cofres en que vino en Casariego, en su casa…”
Y sobre estos cofres precisamente es la siguiente referencia escrita sobre la cuestión que venimos tratando, que se encuentra en el inventario de bienes de la Casa de Casariego, realizado en 1729, al fallecimiento de su titular Lorenzo de Cancio Donlebún y Luaces –bisnieto del almirante-, que tiene el sabor de dar noticia de la famosa arca del maíz. Una de las partidas de ese inventario dice así:
“un arca de cedro en que vino el maíz de Indias.”
Les ofrezco a continuaciónotras dos pequeñas referencias a esa memoria del maíz, inéditas hasta ahora, incluidas en sendas cartas que se conservan en el Archivo de la Casa de Casariego.
El 20 de mayo de 1769, Matías Álvarez de Ron escribe desde Piantón (Vegadeo) a Nicolás de Cancio Donlebún y Cancio La Vega, señor de la Casa de Casariego (mi sexto abuelo), dándole información de cierta gestión que venía tratando en su nombre con Antonio de Travadelo, señor de la Casa de Miou (Vegadeo). Y en ella, refiriéndose a lo que el citado Travadelo le había manifestado, dice“añadiendo que su causante, gobernador que fue en La Florida, vino para Casariego el año de 1600 y trajo el origen del maíz a esta tierra.”
Y otra referencia más. Esta es de finales del s. XVIII, en carta sin fechar que Manuel de Llano Ponte, canónigo de la catedral de Oviedo, sobrino del obispo Juan de Llano Ponte, dirigea su primo José Lorenzo de Cancio Donlebún y Sanjurjo de Montenegro, señor de la Casa de Casariego (mi cuarto abuelo), diciéndole“darasme noticia de la simiente del maíz de Gonzalo Méndez.”
Hay que esperar ahora casi 100 años hasta encontrar la siguiente referencia a Gonzalo y el maíz, ésta ya en letras de molde.La proporciona Justo Álvarez Amandi en el año 1900, en su artículo sobre Tapia de Casariego, inserto en la monumental obra ASTURIAS, de Octavio Bellmunt y Fermín Canella. En su artículo se puede leer:
“… don Gonzalo Méndez de Cancio, /…/, fue importador en Asturias de la semilla del maíz e instrucciones para su cultivo, que sustituyó al del panizo.”
Y a continuación empieza ya la prensa a hacerse eco de la cuestión. Inicialmente deuna forma tímida.La primera referencia en prensa que he localizado sobre el asunto del maíz es la que ofrece el periódico Las Riberas del Eo en su ejemplar de 24 de mayo de 1930, que en un extenso artículo sobre Gonzalo dice“Grato recuerdo merece Don Gonzalo Méndez de Cancio por su excepcional servicio en obsequio al bien público de toda la comarca astur en atención a ser él el importador de la semilla del maíz en la provincia, dando instrucciones para la implantación del cereal y cuidados que requería su cultivo.”
Y después viene ya una auténtica eclosión en prensa sobre este asunto, con altibajos y picos de información tan notables como el del año 1997, en el que he localizado nada menos que 7 artículos en prensa referentes a Gonzalo y el maíz, prueba inequívoca del interés que ha despertado esta cuestión en los últimos años.La investigación sobre la relación de Gonzalo Méndez de Cancio con el maíz no está agotada, ni mucho menos.
Mi intervención de esta tarde, repito,no ha tenido más alcance ni otra pretensión, se lo aseguro, que lo que ya enuncié antes: ofrecerles una nueva aproximación a la cuestión del maíz, 60 años después de que fuera tratada por Fermín Bouza Brey.Por mi parte, ni he empleado una metodología formal de investigación, ni mucho menos he explotado todas las posibilidades que he atisbado en el Archivo General de Indias, donde queda mucho trabajo por hacer a este respecto.
Por supuesto, quedan también por trabajar con intensidad los últimos años de vida de Gonzalo, desde que llegó de Florida hasta su muerte en Casariego en1622, expurgando nuevas fuentes documentales, que a buen seguro ofrecerán interesantísimos resultados.En este sentido es muy de lamentar la desaparición del archivo de protocolos notariales del concejo de Castropol, en los tristes avatares de la primera mitad del siglo pasado. Pero ahí está el archivo municipal de Vegadeo, o el de Ribadeo, y algunos otros archivos privados que estoy seguro de que encierran todavía grandes sorpresas sobre este asunto.
Si Dios quiere, todo eso se andará.
Y voy ya terminando.
Cierta disposición real de 1573 establecía que cada ciudad española había de contar con dos hospitales:uno para los pobres y enfermos de enfermedades no contagiosas, ubicado junto a una iglesia y con acceso directo a ella, y otro para enfermedades contagiosas, a las afueras de la ciudad.Estos buenos deseos tardaron en fructificar en una ciudad como San Agustín, que había sido fundada poco antes, en 1565, que había sido arrasada en 1586 por Drake y que con los fondos que recibía de Méjico: el referido situado, a duras penas si tenía para pagar la soldada de los 250 militares que allí había.
El caso es que cuando Gonzalo Méndez de Cancio arriba a Florida en junio de 1597 encuentra que estaba comenzada la construcción de un hospital anejo a la ermita de Nuestra Señora de La Soledad, pero que las obras estaban detenidas desde hacía tiempo por falta de presupuesto, necesitándose para su conclusión más de 500 ducados. Gonzalo pidió esos fondos directamente a la corona, autorizando Felipe II que se le entregasen para ese fin con cargo al tesoro de Nueva España y autorizándose también la partida presupuestaria para dotar al hospital de un adecuado servicio.
Pero poco tiempo habría de durar este hospital, fundado por Gonzalo Méndez de Cancio.El 14 de marzo de 1599 un gran incendio destruyó parte de la ciudad de San Agustín, incluido el convento de San Francisco, cuyos monjes hubieron de ser realojados en la citada ermita y en su contiguo hospital, que cesó entonces en su función.
Pero Gonzalo no se dio por vencido y así, el 1 de enero de 1600 decide la construcción de un nuevo hospital –el segundo- éste en honor de Santa Bárbara y dotado íntegramente a sus expensas, tanto para su construcción como para su equipamiento. El documento fundacional se encuentra en el Archivo de Indias y hay copia del mismo en el Archivo de la Casa de Casariego.En ese documento se puede leer“Yo he decidido, movido de la caridad y el amor de Dios que todo fiel cristiano debe tener, fundar un hospital, erigiendo una casa de madera con habitaciones en las cuales haya camas con sus colchones así como frazadas, sábanas y almohadas. Este hospital acogerá a todas las personas pobres que estén enfermas.”
Y dice también el documento:
“Yo fundo el hospital y lo proveo de todo el equipo necesario.”
El hospital en honor de Santa Bárbara existió nada más que durante cinco años. Pues, por la razón que fuere, su localización no fue del gusto del siguiente gobernador, Pedro de Ibarra, que en escrito a la corona de 26 de diciembre de 1605 anuncia a su majestad su intención de cerrar ese hospital y retornarlo a la ermita de Nuestra Señora de La Soledad, dado que ya se había reconstruido el convento de San Francisco.
De esta pequeña historia se hizo eco en febrero de 1968 la revista Florida Health Notes, publicando un número especial monográfico titulado The first Hospital in the United States. Desde entonces Gonzalo Méndez de Cancio es especialmente recordado en los Estados Unidos como fundador de los dos primeros hospitales en su actual territorio.
Pionero, como ven, a ambos lados del Atlántico.
Señoras y señores, no me extiendo más.
Muchas gracias por su atención.
Javier Cancio Ballvé